Once hombres de la República Dominicana están acusados formalmente de 19 cargos de conspiración para cometer lavado de dinero y fraude tanto postal como electrónico.
Los hombres trabajaban en centros de llamadas (call centers) en la República Dominicana desde donde se comunicaban con los ancianos en Estados Unidos haciéndose pasar por familiares y pedirles ayuda económica para resolver alguna situación, por lo regular un accidente automovilístico.
Modus Operandi
Se comunicaban con los ancianos, les decían que su nieto había tenido un accidente en el vehículo y necesitaba dinero pues estaba en la cárcel. Agregaban que en el accidente estaba involucrada una mujer embarazada que había perdido al bebé y era la causa del arresto del familiar, al cual el envejeciente ayudaría a pagar la fianza para salir de la prisión.
Una vez que los «abridores» engañaron a las víctimas haciéndoles creer que sus seres queridos estaban en graves problemas, otros que trabajaban en los centros de llamadas, conocidos como «cerradores», supuestamente se hicieron pasar por abogados defensores, agentes de policía o personal judicial y convencieron a las víctimas para que proporcionaran miles de dólares en efectivo para ayudar a sus seres queridos.
Luego tenían unos «mensajeros» que eran los encargados de pasar por las casas, en Estados Unidos, de los abuelos para recoger el dinero.
Si son declarados culpables, los acusados enfrentan una pena máxima de 20 años de prisión por cada cargo, una multa máxima de $250,000 por cada cargo de fraude postal y electrónico y una multa máxima de $500,000 por cada cargo de lavado de dinero.