Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Para valorar una sociedad en su conjunto, debemos orientarnos por su aspecto progresivo, que es el que brinda y marca el desarrollo y bienestar general de los que la habitan.
2.- No es la felicidad de un puñado de personas, la gran cantidad de hermosos edificios y los muchos y lujosos vehículos de motor, lo que habla del progreso de una sociedad, sino la sanidad de sus habitantes, la esperanza de vida, el alto porcentaje que sabe leer y escribir, así como tener a su alcance centros escolares y maestros calificados para impartir una exquisita enseñanza.
3.- Todo sistema social basado en lo justo, debe garantizarle a los miembros de la comunidad servicios públicos de calidad, para que pueda existir una igualdad de condiciones y de oportunidades.
4.- Asegurarle al ser humano educación y salud, es cumplir con disposiciones constitucionales, y por ahí comienzan a hacerse efectivas las garantías económicas y sociales de los ciudadanos y ciudadanas.
5.- Desde el momento que la educación pública de un país no orienta a las niñas y a los niños, de que está mal hecho lo ilícito, injusto e ilegal, se le está diciendo que la moral de la sociedad es tan amplia como elástica, y que ella no impone normas de buena conducta, que se puede ser íntegro y sobornable, virtuoso y corruptible, que da lo mismo hacer dinero honradamente, que por medio de la corrupción.
6.- Adecentar la vida pública en un medio social determinado, entraña mandar señales desde el poder político de que se impone que cada miembro de la sociedad ha de actuar acorde con las normas de honestidad, probidad, integridad y absoluto decoro. De lo contrario se estimula la indignidad, la deshonestidad y la completa indecencia.
7.- Resulta insostenible un sistema en el que una gran parte de los miembros de la sociedad, por necesidad tengan que pordiosear, andar de calle en calle revisando zafacones en busca de desperdicios de alimentos, y de puerta en puerta implorando caridad.
8.- Desde el momento que se comprueba que hombres y mujeres tienen que limosnear para vivir, ese ordenamiento económico y social puede ser un paraíso para una minoría, pero el infierno para el pueblo.
9.- En el ser humano una cosa es su deseo, lo que quiere, y otra muy distinta, la que le pinta la realidad. Así, por ejemplo, yo quisiera decir que vivo en una sociedad agradable, acogedora, sumamente humana. Pero mi anhelo choca con la materialidad, porque vivo en un medio social inútil, cruel, desagradable, donde impera la desigualdad de oportunidades.
10.- La forma como está organizada la sociedad dominicana, la hace incapaz de garantizar una existencia digna; resulta inservible para generar felicidad; inútil para crear solidaridad; imposible de motivar el decoro, la honradez y las virtudes cívicas y ciudadanas.
11.- Lo que tenemos como sociedad está contaminada por los vicios nocivos que genera el orden establecido; su ineficacia la hace un medio de enredos, enigma y misterios, en la que no hay certidumbre de nada. La intriga, el cabildeo y el maniobreo es algo cultural.
12.- El ambiente dominicano daña el correcto proceder, deja sin efecto la buena conducta, estropea el deseo de ser buen ejemplo, desactiva el impulso al trabajo, premia la haraganería y condena a quien aspira a una vida civilizada.
13.- Aquí la maldad se acepta con indiferencia, hasta el punto de que difamar y deshonrar se ve como algo normal, como si se confundiera el elogio con la descalificación, y la canallada con la nobleza, la perversión con la dignidad.
14.- La sociedad dominicana, desde cualquier ángulo que se analice, se evidencia infecunda, es inoperante; de ella no hay nada que esperar, si continúa como hasta ahora; está inservible, y de insistir en mantenerla igual, el resultado sería vano.
15.- Lo que padecemos hoy es un ordenamiento económico y social en el cual poco importa que una gran parte de la población pase hambre, mientras una minoría saciada llena de alimentos los zafacones.
16.- En nuestro medio no hay distinción entre el hampón y el honrado, el corrupto y el honesto, el haragán y el laborioso, el farsante y el sincero. La moral de esta sociedad tiene tanta y tanta elasticidad que no exige buena conducta; se puede actuar como persona de rígido buen proceder, y ser un vagabundo de actuar pomposo.
17.- Una sociedad en la cual la generalidad de los miembros que la componen acepta como normal la trampa, termina desorientada, y regida por las engañifas y otras tantas formas de marrullerías que van desde numerólogos hasta los que viven de la superchería.
18.- Se le abre un amplio espacio a la inmoralidad, cuando no se aconseja, orienta y guía a la sociedad en línea aleccionadora y reconfortante para que sus miembros actúen apegados a las normas éticas y morales.
19.- Sirve para bien una sociedad que envía mensajes de correcto comportamiento, y enseña a la niñez y a la juventud que el ser humano vale por su buena conducta privada y pública. La ética, la moral, la rectitud y el correcto proceder definen a las personas.
20.- Una sociedad se torna inviable cuando sus integrantes consideran que no pueden realizarse como seres humanos, porque no es factible una existencia digna. Lo que se le presenta es una disyuntiva: seguir bajo lo imposible, o luchar por lo deseado.
Santiago de los Caballeros,
3 de noviembre de 2023.