Los análisis realizados al prospecto Ismael Ureña Pérez, horas antes de su trágica muerte, revelaron un cuadro médico que podría explicar las causas del desenlace fatal y su posible vínculo con el uso de esteroides anabólicos, como sugieren sus familiares ante los tribunales. Los resultados mostraron un daño hepático severo.
Uno de los hallazgos más alarmantes fue el nivel de amonio en su sangre, que alcanzó 4.92, un valor 515 % superior al límite considerado normal. El amonio es un producto de desecho generado por las bacterias intestinales y, cuando se acumula en niveles elevados, puede ser tóxico para el cerebro. Esto indica posibles problemas en el hígado o los riñones, órganos clave para procesar y eliminar el amonio.
Según informaciones, tras consultar con especialistas, se concluyó que el joven lanzador, que se entrenaba en la Yordy Cabrera Baseball Academy, padecía un fallo hepático grave. Las pruebas fueron realizadas en un laboratorio privado con certificación internacional.
Lo más preocupante de todo fue el nivel de SGOT (aspartato aminotransferasa), una prueba utilizada para diagnosticar daños en el hígado. El rango normal para esta prueba está entre 10.00 y 41.00, pero los resultados de Ureña arrojaron un valor de 1,087.00, es decir, un 2,551 % por encima del límite máximo, lo que representó una señal de alarma crítica para los médicos que atendieron al adolescente de apenas 14 años.