5 Diciembre 2025

Ansiedad académica

El regreso a clases no solo implica libros y tareas, también activa un torbellino emocional en muchos niños y adolescentes que puede pasar desapercibido... hasta que colapsa.

Teleuniverso

Cada año, septiembre trae consigo el sonido de timbres escolares, mochilas llenas y rutinas madrugadoras. Pero más allá de la logística escolar, hay un fenómeno menos visible y profundamente preocupante: el impacto emocional del regreso a clases en la salud mental de niños y adolescentes. Ansiedad, somatización, ataques de pánico, retraimiento social o irritabilidad son cada vez más frecuentes en los pasillos escolares… y también en los hogares.

Desde el punto de vista psiquiátrico y neuropsicológico, el inicio del año escolar representa un evento estresante significativo. Se reactiva la presión académica, resurgen tensiones sociales como el bullying, y se exige un rendimiento emocional y cognitivo inmediato en cerebros que aún están en desarrollo.

Los síntomas más comunes incluyen:

  • Dificultad para dormir o mantener el sueño.
  • Quejas somáticas (dolor de barriga, cabeza) sin causa médica clara.
  • Cambios en el apetito.
  • Llanto fácil, irritabilidad o apatía.
  • Negación persistente a ir a la escuela.
  • Pensamientos de fracaso, inutilidad o desesperanza.

Estas manifestaciones no siempre se verbalizan. Muchos niños no dicen “me siento ansioso”, pero su cuerpo y conducta lo gritan.

Aunque un cierto nivel de nerviosismo ante la vuelta a clases puede considerarse normal, cuando este malestar interfiere con la funcionalidad del niño o adolescente en casa, la escuela o sus relaciones sociales, hablamos de una condición clínica que puede incluir ansiedad generalizada, trastornos de adaptación, ansiedad de separación, o incluso depresión infantil.

Desde el enfoque neurobiológico, los estudios más recientes demuestran cómo el sistema límbico (especialmente la amígdala) se hiperactiva ante estresores sociales en estas edades, y cómo se alteran neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y el GABA, todos esenciales para la regulación emocional y la motivación académica.

Factores de riesgo y cómo afecta por edad y género

  • Niños menores: manifiestan ansiedad a través de síntomas físicos y regresión conductual (chuparse el dedo, mojar la cama).
  • Adolescentes: sufren más síntomas internalizados (autoexigencia, comparaciones, perfeccionismo), y son más vulnerables a trastornos depresivos y ansiedad social.
  • Género: Las niñas tienden a verbalizar más sus emociones, mientras que los varones suelen expresar su angustia a través de conductas disruptivas.

Además, niños con neurodivergencias (TDAH, TEA) o que han experimentado eventos traumáticos recientes presentan un mayor riesgo de desarrollar reacciones emocionales exacerbadas al retorno escolar.

En entornos familiares donde hay conflictos, escasa contención emocional o altas expectativas académicas, el regreso a clases se convierte en una bomba de tiempo. Y en instituciones escolares donde hay bullying no intervenido, sobreexigencia sin apoyo emocional, o falta de comprensión neurodivergente, el sufrimiento psíquico se agudiza.

Este malestar también afecta a los adultos: madres que no saben cómo calmar a sus hijos cada mañana, padres que se frustran por el bajo rendimiento, profesores agotados por aulas emocionalmente saturadas.

Estudiantes sonrientes con libros en colegio soleado.

Las recomendaciones más efectivas incluyen:

  1. Validar emociones: No minimizar lo que el niño o adolescente siente.
  2. Establecer rutinas estables: Dormir bien, comer sano, tener espacios de ocio.
  3. Psicoeducar sobre ansiedad y estrés: Con materiales apropiados por edad.
  4. Intervenir el bullying activamente: Desde casa y desde la escuela.
  5. Buscar atención profesional oportuna: Un abordaje preventivo puede evitar complicaciones mayores.

Consultar a tiempo con un especialista en salud mental infantil es una decisión de amor y responsabilidad. Muchas veces, una evaluación adecuada puede detectar trastornos en etapas tempranas, evitando que se cronifiquen y generen secuelas en la adultez.

Detrás de cada mochila escolar hay una historia emocional. A veces, silenciosa. A veces, disfrazada de cansancio o enojo. Pero siempre merecedora de ser escuchada. Que este regreso a clases no solo nos encuentre con libros y lápices, sino con herramientas emocionales para hacer del aula un lugar seguro también para el alma.

El bienestar emocional también se educa.

Más vistas
Recientes
s