La iniciativa que nació en la víspera de los Juegos de Tokio-2020, cuando la principal preocupación de los comisarios era que se propagara el contagio de covid-19 al interior de la burbuja, se repetirá para los Juegos Olímpicos de 2024.
Desde su creación se les ha llamado ‘anti-sexo’ porque se hicieron con el fin de disminuir las relaciones entre los atletas. La idea inicial era que el material y el espacio reducido hicieran pensar dos veces a los deportistas antes de acostarse con otra persona durante su estancia en la sede anfitriona.
Construidas con cartón, incluso los almohadones que conforman el colchón siguen el mismo principio. Compuesto por tres piezas intercambiables, cada una con una firmeza diferente, los atletas podrán personalizar su descanso según sus necesidades individuales gracias a una aplicación especial que, basándose en el peso y la altura del deportista, recomendará la combinación óptima de los tres cojines.
Las camas miden 90 centímetros de ancho y 200 centímetros de largo, con posibilidad de extender 20 centímetros más para los atletas que estén fuera de la estatura promedio.