5 Diciembre 2025

Crianza con Crisis

Teleuniverso

En consulta, los psiquiatras vemos con frecuencia algo que trasciende diagnósticos: niños con ansiedad que no saben decirlo, adolescentes agresivos que en realidad están heridos, y padres que repiten sin saberlo los mismos patrones que los formaron. El entorno familiar no solo acompaña al niño, lo estructura emocionalmente. La familia puede ser la medicina… o la enfermedad.

Los trastornos de salud mental en niños y adolescentes no siempre se presentan con llanto o agresividad. A menudo se manifiestan como:

  • Trastornos de ansiedad o miedos desproporcionados.
  • Trastornos de conducta (agresividad, impulsividad, desobediencia).
  • Dificultades escolares sin causa académica.
  • Somatizaciones (dolor de cabeza, barriga, tics).
  • Aislamiento social, retraimiento afectivo.
  • Trastornos alimentarios o del sueño.
  • Uso excesivo de pantallas como vía de escape emocional.

Muchos de estos síntomas son malinterpretados como “malcriadez” o rebeldía, cuando en realidad son formas de supervivencia emocional ante una familia disfuncional.

Familias funcionales vs. disfuncionales:

  • Familias funcionales: promueven la comunicación abierta, límites claros, afecto, escucha activa y validación emocional.
  • Familias disfuncionales: suelen presentar patrones de violencia verbal o física, triangulación emocional, negligencia, invalidación o sobrecarga emocional.

Un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2023) reveló que en América Latina: más del 60%de los adolescentes con intentos de suicidio reportaron haber crecido en hogares con conflictos crónicos o negligencia afectiva.

Las disfunciones familiares no son una enfermedad per se, pero sí pueden ser factores desencadenantes o mantenedores de trastornos psiquiátricos y neurológicos en niños y adolescentes. Por ejemplo:

  • Depresión infantil puede surgir en contextos de separación parental conflictiva o pérdida de apego.
  • Trastornos de ansiedad generalizada pueden aparecer en hogares sobrecontroladores o impredecibles.
  • Trastorno de conducta o TDAH mal manejado suele agravarse en sistemas caóticos o con modelos punitivos.
  • TEA (Trastorno del Espectro Autista): familias no entrenadas pueden generar mayor ansiedad y retraimiento en estos niños.
  • Trastornos psicógenos no epilépticos: directamente ligados a trauma familiar.
  • Trastornos del lenguaje mal manejados afectan autoestima y sociabilidad.

Bases neurobiológicas recientes demuestran cómo el estrés tóxico en la infancia altera el desarrollo del eje HHA (hipotálamo-hipófisis-adrenal) y la corteza prefrontal, afectando la autorregulación emocional y la toma de decisiones. Estudios de neuroimagen revelan cerebros “hiperalertas” o con conexiones disfuncionales en niños expuestos a violencia o negligencia emocional.

Los trastornos de salud mental ligados a la dinámica familiar impactan de forma diferente según el sexo y la etapa del desarrollo:

  • Niñas: tienden a internalizar el conflicto con síntomas ansiosos o depresivos.
  • Niños: suelen externalizarlo con conductas impulsivas o desafiante.
  • Adolescentes: presentan mayor riesgo de autolesiones, consumo de sustancias o ideación suicida cuando crecen en familias con violencia, negligencia o dobles mensajes.
Ilustración sobre el impacto del ambiente hostil en niños.

Impacto en el trabajo, la familia y la sociedad

  • Madres agotadas emocionalmente son las más afectadas en hogares disfuncionales, presentando altos niveles de ansiedad y burnout.
  • Padres ausentes emocional o físicamente tienden a generar vacío afectivo o triangulación emocional.
  • Hermanos no atendidos desarrollan síndrome del “niño invisible”.
  • La sociedad carga luego con el costo: deserción escolar, violencia juvenil, trastornos crónicos no tratados, suicidio adolescente.

La intervención oportuna en el entorno familiar no solo mejora el pronóstico del menor, sino que previene la cronificación del sufrimiento y reduce el costo emocional y económico a largo plazo. Por eso, es vital acudir no solo al psiquiatra, sino también al terapeuta familiar.

La salud mental de niños y adolescentes no se trata solo de diagnósticos ni de medicamentos. Se trata de vínculos, implica transformar las formas en que nos relacionamos en casa. La prevención no comienza en el hospital, sino en la familiar.

La salud emocional no se hereda… se construye. Un niño no nace disfuncional. Se forma, se adapta, se protege como puede.

Buscar ayuda no es solo un acto de amor por los hijos, es una decisión de madurez emocional y compromiso social.  Porque la salud mental es para todos… y es lo primero

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