
En consulta, los psiquiatras vemos con frecuencia algo que trasciende diagnósticos: niños con ansiedad que no saben decirlo, adolescentes agresivos que en realidad están heridos, y padres que repiten sin saberlo los mismos patrones que los formaron. El entorno familiar no solo acompaña al niño, lo estructura emocionalmente. La familia puede ser la medicina… o la enfermedad.
Los trastornos de salud mental en niños y adolescentes no siempre se presentan con llanto o agresividad. A menudo se manifiestan como:
Muchos de estos síntomas son malinterpretados como “malcriadez” o rebeldía, cuando en realidad son formas de supervivencia emocional ante una familia disfuncional.
Familias funcionales vs. disfuncionales:
Un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2023) reveló que en América Latina: más del 60%de los adolescentes con intentos de suicidio reportaron haber crecido en hogares con conflictos crónicos o negligencia afectiva.
Las disfunciones familiares no son una enfermedad per se, pero sí pueden ser factores desencadenantes o mantenedores de trastornos psiquiátricos y neurológicos en niños y adolescentes. Por ejemplo:
Bases neurobiológicas recientes demuestran cómo el estrés tóxico en la infancia altera el desarrollo del eje HHA (hipotálamo-hipófisis-adrenal) y la corteza prefrontal, afectando la autorregulación emocional y la toma de decisiones. Estudios de neuroimagen revelan cerebros “hiperalertas” o con conexiones disfuncionales en niños expuestos a violencia o negligencia emocional.
Los trastornos de salud mental ligados a la dinámica familiar impactan de forma diferente según el sexo y la etapa del desarrollo:

Impacto en el trabajo, la familia y la sociedad
La intervención oportuna en el entorno familiar no solo mejora el pronóstico del menor, sino que previene la cronificación del sufrimiento y reduce el costo emocional y económico a largo plazo. Por eso, es vital acudir no solo al psiquiatra, sino también al terapeuta familiar.
La salud mental de niños y adolescentes no se trata solo de diagnósticos ni de medicamentos. Se trata de vínculos, implica transformar las formas en que nos relacionamos en casa. La prevención no comienza en el hospital, sino en la familiar.
La salud emocional no se hereda… se construye. Un niño no nace disfuncional. Se forma, se adapta, se protege como puede.
Buscar ayuda no es solo un acto de amor por los hijos, es una decisión de madurez emocional y compromiso social. Porque la salud mental es para todos… y es lo primero