
Insomnio y parálisis del sueño no son solo molestias nocturnas: pueden alterar el cerebro, dañar relaciones y destruir la productividad si no se tratan a tiempo.
Dormir mal no es normal. El insomnio crónico y la parálisis del sueño afectan a millones de personas en silencio, deteriorando su salud mental, sus vínculos familiares y su rendimiento laboral. Desde la psiquiatría moderna, con respaldo de la neuropsicología clínica y la neurociencia, hoy sabemos que estos trastornos del sueño tienen una base bioquímica, neurológica y emocional que puede ser diagnosticada, intervenida y, en muchos casos, revertida.
¿Qué es la parálisis del sueño y cómo se diferencia del insomnio?
Ambos pueden coexistir, y su impacto va más allá del dormitorio: afectan la concentración, las emociones y la capacidad de tomar decisiones.
Desde una perspectiva neurobiológica, el insomnio está relacionado con un desequilibrio en neurotransmisores como serotonina, GABA y cortisol, este último elevándose anormalmente en personas con estrés crónico. En la parálisis del sueño se ha encontrado una disfunción en la inhibición motora del sueño REM, con alteraciones en el tronco encefálico. En los resientes estudios de imágenes (EEG, RMN-E y Polisomnografía) se ha encontrado patrones anómalos y cambios en la actividad metabólica cerebrales.
El impacto de estos trastornos en la vida personal y profesional es profundo:
Las mujeres presentan una mayor prevalencia de insomnio (relacionado con fluctuaciones hormonales y sobrecarga emocional), mientras que en los hombres la parálisis del sueño tiende a vincularse con ansiedad de desempeño, apnea del sueño y trastornos neurológicos.
Factores de riesgo:
Un estudio publicado en Nature Neuroscience (2024) analizó a 1.200 personas con parálisis del sueño recurrente y encontró que el 38% presentaba síntomas de depresión mayor no diagnosticada. En Japón, se reportó un aumento del 20% en hospitalizaciones por trastornos del sueño durante los últimos dos años debido al estrés postpandemia. La OMS ya cataloga al insomnio como uno de los problemas de salud pública más relevantes de la próxima década.
Un psiquiatra especializado puede diferenciar entre un trastorno primario del sueño y una comorbilidad con ansiedad, depresión o afecciones neurológicas. El abordaje integral incluye entrevista clínica, estudios neuropsicológicos, pruebas del sueño y tratamiento que puede combinar fármacos, terapia cognitivo-conductual y neurorehabilitación.}

En Santo Domingo, contar con un psiquiatra que tenga formación en rehabilitación neurocognitiva, terapia familiar y alta gerencia en salud, garantiza un abordaje clínico-humano, enfocado en la mejora funcional del paciente y su entorno.
No dormir bien no es un asunto menor. Es una alarma silenciosa del cuerpo y del cerebro. Si tú o alguien que conoces sufre de insomnio o episodios de parálisis del sueño, no normalices el sufrimiento. La salud mental no es un lujo, es un derecho. En Santo Domingo, puedes contar con atención especializada que combina ciencia, humanidad y tecnología. Porque dormir bien es vivir bien. Y la salud mental es lo primero.