Las inundaciones y deslaves provocados por un intenso temporal de lluvias dejaron hasta este lunes al menos 1.012 muertos en Indonesia, Sri Lanka y Tailandia, además de miles de desaparecidos y daños severos en infraestructuras.
Dicho fenómeno, alimentado por un monzón más fuerte de lo habitual y la formación inusual de un ciclón tropical en el estrecho de Malaca, ha obligado a evacuar a cientos de miles de personas en toda la región.
De acuerdo a la Agencia Nacional para la Gestión de Desastres (BNPB) de Indonesia, ese país concentra el mayor impacto con 502 fallecidos y 508 desaparecidos, además de 2.500 heridos y 550.000 evacuados. Las lluvias torrenciales provocaron el desbordamiento de ríos y aludes de tierra que arrasaron comunidades completas en Sumatra Septentrional, Aceh y Sumatra Occidental. El número total de afectados supera 1,4 millones de personas, informó la BNPB.
La magnitud de la tragedia superó la capacidad de respuesta de varios gobiernos locales, que junto a organizaciones civiles solicitaron al Ejecutivo la declaración de desastre nacional, una medida excepcional que Indonesia solo ha aplicado en contadas ocasiones en las últimas tres décadas.
Mediante su visita a Sumatra Septentrional, el presidente Prabowo Subianto dijo que “la fase más grave ya ha pasado, esperemos”, y señaló que la prioridad es el envío inmediato de ayuda a las zonas más aisladas, especialmente a los subdistritos incomunicados por la destrucción.
El Gobierno indonesio desplegó tres buques de guerra con ayuda humanitaria y dos hospitales flotantes, mientras que parte de la población desplazada depende del suministro por vía aérea. Cuadrillas trabajan sin pausa para limpiar carreteras, restaurar comunicaciones y retirar escombros de deslaves, explicó Abdul Muhari, portavoz de la BNPB.
Los testimonios de los sobrevivientes revelan la magnitud del desastre. Misbahul Munir, de 28 años, relató que el agua llegó hasta su cuello mientras intentaba rescatar pertenencias en Aceh Septentrional. “Todo quedó destruido. Solo tengo la ropa que llevo puesta”, dijo.
En Tailandia, las inundaciones causaron 176 muertos, afectaron a 3,9 millones de personas y dañaron más de 1,5 millones de hogares, según cifras oficiales. El Gobierno informó pérdidas multimillonarias en varias provincias del sur y anunció la entrega de compensaciones económicas y la instalación de cocinas públicas para asistir a los damnificados.
En Sri Lanka, las autoridades confirmaron 334 fallecidos, 337 desaparecidos y casi 148.000 personas refugiadas en albergues temporales. El presidente Anura Kumara Dissanayake declaró el estado de emergencia y describió el evento como “el mayor y más desafiante desastre natural en nuestra historia”.
Equipos de rescate y helicópteros militares continúan buscando supervivientes en zonas montañosas productoras de té y en la capital Colombo, donde el descenso de las aguas permitió reabrir algunas oficinas y comercios.
Los tres países enfrentan interrupciones masivas en carreteras, comunidades incomunicadas y daños graves en zonas rurales y montañosas. Tanto Indonesia como Sri Lanka movilizaron personal militar para reforzar los rescates y acelerar la restauración de servicios básicos.
En Tailandia, la gestión de la emergencia generó críticas ciudadanas, y dos funcionarios locales fueron suspendidos por presuntas fallas en la atención inicial a los afectados.
Sin embargo, los organismos regionales de gestión de emergencias calificaron esta cadena de desastres naturales, agravada por el cambio climático, como la peor registrada en Asia desde el tsunami de 2004 y el terremoto de Indonesia en 2018. La combinación del monzón intensificado y la formación del ciclón contribuyó a un escenario de destrucción sin precedentes recientes en la región.