El Congreso de Estados Unidos aprobó ayer, contrarreloj, el plan fiscal y presupuestario impulsado por el presidente Donald Trump, quien había presionado a los legisladores de su partido para que le dieran su visto bueno a tiempo, de modo que pudiera ser ratificado este 4 de julio, Día de la Independencia del país.
La Cámara Baja otorgó su aprobación final con 218 votos a favor y 214 en contra. Los conservadores controlan ese hemiciclo, pero solo podían permitirse tres deserciones para que ese megaproyecto de ley tuviera éxito.
Finalmente, solo dos republicanos se atrevieron a no seguir la directriz del partido: el representante de Kentucky, Thomas Massie, y el de Pensilvania, Brian Fitzpatrick. Trump los había amenazado con represalias, y ellos estaban preocupados, respectivamente, por el impacto sobre la deuda y sobre la energía verde.