Durante décadas, “la demencia” había sido vista como una enfermedad asociada principalmente al envejecimiento y a factores genéticos; en la actualidad esto es debido a diferentes tipos de enfermedades conllevando a una pérdida o afectaciones en una o más funciones cerebrales como las áreas del lenguaje, memoria y el juicio, etc. Sin embargo, en la actualidad no se utiliza el termino de demencia, nos referimos a los trastornos neurocognitivos; en estudios recientes han revelado una verdad alarmante: experiencias traumáticas y altos niveles de estrés en la infancia pueden incrementar significativamente el riesgo de desarrollar demencia en la adultez. Lo más preocupante es que las mujeres parecen ser más vulnerables a este fenómeno, posiblemente debido a diferencias hormonales y a la forma en que procesan el estrés a lo largo de su vida.
Un estudio publicado en JAMA Neurology (2024) reveló que individuos que experimentaron eventos traumáticos en su infancia, como abuso, negligencia o ambientes familiares altamente estresantes, tienen hasta un 60% más de probabilidad de desarrollar demencia en la vejez. Este riesgo se incrementa si el estrés se mantuvo de manera crónica, ya que el cortisol, la hormona del estrés, puede causar daño estructural en el hipocampo, una región del cerebro fundamental para la memoria.
Además, un estudio longitudinal de la Universidad de Harvard (2023) encontró que mujeres que experimentaron niveles altos de estrés en la infancia y adolescencia mostraban una mayor atrofia cerebral en la adultez, especialmente en áreas relacionadas con la memoria y el procesamiento emocional. Este hallazgo sugiere que la exposición prolongada al estrés podría desencadenar procesos neurodegenerativos tempranos, aumentando el riesgo de enfermedades como el Alzheimer.
Otro estudio de caso, publicado en The Lancet Psychiatry (2024), documentó a un grupo de mujeres con antecedentes de trauma infantil severo y encontró que el 45% de ellas desarrolló deterioro cognitivo leve antes de los 65 años, mientras que solo un 20% de mujeres sin antecedentes traumáticos presentaba el mismo cuadro.
La Importancia de la Prevención y el Tratamiento Temprano
Estos hallazgos refuerzan la necesidad de abordar el trauma infantil como un problema de salud pública. Programas de intervención temprana, terapia psicológica y estrategias para reducir el estrés en la niñez podrían prevenir el desarrollo de demencia en el futuro. La neuroplasticidad del cerebro permite que, con las intervenciones adecuadas, se pueda revertir parte del daño causado por el estrés crónico y mejorar la calidad de vida en la adultez.
Si has vivido experiencias traumáticas o sientes que el estrés ha marcado tu vida, es fundamental acudir a un psiquiatra. Un especialista en salud mental puede evaluar tu estado emocional, ofrecer estrategias para manejar el estrés y recomendar tratamientos que protejan tu salud cognitiva a largo plazo.
En Santiago y en Punta Cana, contar con un psiquiatra con experiencia y conocimiento en rehabilitación neurocognitiva permite a las familias dominicanas como a los turistas que nos visitan el poder acceder a un tratamiento integral para recibir atención especializada. La prevención es la clave para evitar el deterioro neurocognitivo en el futuro.
No podemos seguir ignorando la conexión entre nuestras experiencias pasadas y nuestra salud futura. Cuidar la mente desde la infancia no solo impacta el bienestar emocional, sino que también previene enfermedades devastadoras como “la demencia” Si sospechas que tu salud mental ha sido afectada por el estrés prolongado, busca ayuda hoy.
“La salud mental es la base de una vida plena y debe ser una prioridad para todos”