Israel enfrenta este lunes una ola de condenas internacionales por un bombardeo que, según las autoridades de Gaza, mató a 45 personas en un campo de desplazados en Rafah, en el sur del territorio palestino gobernado por Hamás.
En tanto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lamentó el «accidente trágico» y anunció una investigación. El bombardeo, parte de la ofensiva de Israel contra Hamás, tenía como objetivo a milicianos del grupo islamista, según el ejército israelí, y resultó en la muerte de dos altos cargos de Hamás.
La ONU y Estados Unidos instaron a Israel a proteger a los civiles y llevar a cabo una investigación exhaustiva. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y líderes como Emmanuel Macron y Josep Borrell expresaron su consternación y pidieron el cese de las operaciones.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá en una sesión de emergencia para discutir el ataque, mientras que países de la región como Egipto, Jordania, Arabia Saudita y Turquía condenaron la acción y acusaron a Israel de cometer «crímenes de guerra».
El bombardeo ocurrió después de que Hamás disparara cohetes contra Tel Aviv, que fueron interceptados por las defensas aéreas israelíes. La ofensiva ha dejado hasta ahora 36,050 muertos en Gaza, según el Ministerio de Salud gazatí.