El Inter logró clasificarse para la final de la UEFA Champions League tras un polémico partido contra el Barcelona. Cuando el equipo catalán estaba al borde de la victoria, una discutida decisión arbitral permitió al conjunto italiano forzar la prórroga, donde finalmente asestó el golpe definitivo. Fue una noche llena de altibajos emocionales, marcada por un resultado de 4-3 que castigó cruelmente los esfuerzos del equipo dirigido por Hansi Flick, el cual estuvo a punto de completar una remontada épica antes de sucumbir en el último suspiro.
El Barcelona, inevitablemente, se irá con un profundo sentimiento de injusticia debido al arbitraje. Sin embargo, al igual que en 2010, las quejas no cambiarán el resultado. El Inter, firme y combativo, logró eliminar a un rival superior en juego pero inferior en corazón, demostrando que en el fútbol de élite lo único que importa es el marcador.
Los cuatro goles encajados en el Giuseppe Meazza recordaron la dolorosa derrota en Anfield en 2019 contra el Liverpool. A diferencia de aquella debacle, que parecía el final de una era, esta caída no desmerece el trabajo de un equipo destinado a codearse con la élite del fútbol europeo. Aunque el Barcelona siempre resurge, esta vez el Inter y el Giuseppe Meazza volvieron a ser un obstáculo insuperable, perpetuando el amargo recuerdo de 2010, 2022 y ahora 2025. En el fútbol competitivo, los méritos no importan, solo el resultado, y este no fue favorable para los azulgranas.
El Inter tomó ventaja con goles de Lautaro Martínez y Hakan Çalhanoglu, este último de penalti, mientras el Barcelona se mostraba desconcertado, intentando imponer su juego pero sin la agresividad necesaria. Fue una lección de lo que significa una semifinal de Champions, que el equipo de Flick solo comprendió a base de golpes.
Cuando todo parecía perdido, el Barcelona encontró un rayo de esperanza con un golazo de Eric García al inicio del segundo tiempo, encendiendo la chispa que el equipo necesitaba para volver a creer. Esa energía renovada les permitió igualar el marcador, tal como lo hicieron en Montjuïc tras ir perdiendo 0-2, demostrando una determinación que parecía olvidada durante la primera parte del partido.
Con más lucha que espectáculo, el Barça respondió con personalidad: primero Eric García y luego Dani Olmo, con un excelente cabezazo asistido por un destacado Gerard Martín, dieron un giro al encuentro. Raphinha también se sumó a la remontada con un gol que parecía ser el definitivo 2-3.
Sin embargo, cuando el final estaba a la vista, Francesco Acerbi empató en el último suspiro, aprovechando la inacción arbitral ante una posible falta sobre Gerard Martín. Así, el partido se fue a la prórroga, donde Davide Fratesi selló la victoria para el Inter, dejando al Barcelona sin respuesta, pero con la frente en alto y el orgullo intacto.
El Inter, a pesar de las circunstancias, avanzó a la final, mientras que el Barça se queda una vez más al borde de la gloria, lamentando haber caído en un escenario que ya le había sido adverso en el pasado.
