En una semana al menos dos casos sobre demandas que han prosperado contra centros hospitalarios han resonado significativamente en el espectro mediático: la sentencia 0030-1642-2023-SSEN-00268 contra el Hospital Traumatológico Universitario y Docente Dr. Ney Arias Lora, que ordena el pago de 10 millones de pesos a favor del paciente Félix Julián Encarnación Feliz, quien perdió su pierna derecha luego de adquirir una bacteria tras ser operado en este centro de salud; y más recientemente La Primera Sala de la Cámara Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional condenó al Centro de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telecomunicaciones (CEDIMAT) al pago de una indemnización de RD$15,000,000.00 a favor de dos pacientes por mala práctica médica.
Considerando dos “victorias” entre decenas de demandas a las que se somete el sistema hospitalario -tanto público como privado- se sobre evidencia que el average del paciente es pírrico ante una estructura de seguridad social que hace del paciente un “musú” gracias a una culpa compartida entre empresarios y políticos. Negligencia médica, errores de diagnóstico e infecciones adquiridas en los centros médicos no pueden ser casualidad y a alguien se le debe exigir.
Ahora bien y como en todo, hay esfuerzos y mejoras en el sector, pero no lo suficiente como para alegrarnos de una situación que coloque contra la pared al sistema si a fin de cuenta somos los pacientes el huevo en esa disputa. No obstante, estas situaciones pueden servir para llamar a capítulo a ese ligero grupo de médicos, directivos y ambiciosos inversionista que ven en quien paga el servicio a “un cliente” y aprovechándose de un Estado sin régimen de consecuencias proceden con ligereza.
Descifrar en cuántos casos un médico es responsable civil ante una demanda sería arrojarnos a una aventura arbitraria, sin duda descabellado (imagínese que uno nace para morir y de cualquier pendejá se cruza al barrio de los callados). Comprometer al equipo médico a ver al paciente como un humano y despejar la nébula de “la letra chiquita” como coartada ante la irresponsabilidad frente a una operación, sería más conveniente.