Ese es el disfraz de los acosadores sexuales que dominan en nuestros centros educativos.
El mismo ministro de Educación Ángel Hernández se ha visto en la obligación de suspender a cinco profesores por acoso sexual… Y de esos profesores quien más ha llamado la atención por las fatales consecuencias es John Kelly Martínez, del Liceo César Nicolás Pensón de la provincia La Altagracia principal acusado en la muerte de la adolescente Esmeralda Richez quien murió desangrada en su residencia tras ser supuestamente violada por el profesor Martínez, según el Ministerio Público.
El ministro Ángel Hernández dice sentirse avergonzado por lo sucedido y es que todo el sistema educativo tiene que librar esta lucha permanente que abarca desde preescolar hasta el bachillerato y a nivel superior ni se diga.
Miles de niños, niñas y adolescentes son perseguidos por depredadores sexuales enganchados como docentes, directores, encargados … Y lo peor de todo es que aun existiendo señales inequívocas de que en determinado centro educativo ronda un lobo, nada se hace hasta que ya es demasiado tarde, como ocurrió en el caso de esmeralda ya que las autoridades de ese centro tenían conocimiento de que el profesor Jhon Kelly Martínez, de 35 años de edad, acosaba a la adolescente, pero se hicieron de la vista gorda, y no tomaron las medidas que hubiesen podido evitar la tragedia.
Y no crean que esa implacable persecución y agresiones sexuales es reciente, eso ha pasado a convertirse en un problema endémico en todo el sistema educativo dominicano… ¿ pero cuantas denuncias por violencia sexual en las instituciones educativas se concretizan en una denuncia formal? Muy pocas, porque el velo protector, autoritario de un docente, encargado o director siempre los libra del castigo correspondiente.
Por un lado, el mismo sistema incumple su deber de protección contra la violencia y la integridad de los derechos sexuales y reproductivos, y por el otro, los padres que , en ocasiones, pasan a convertirse mediante el silencio o el simple desentenderse en cómplices del lobo que acecha a su caperucita.
Entonces, ¿Quién tiene que intervenir para evitar que este mal se siga propagando y dejando desangrar en las aulas a niños, niñas y adolescentes? el gobierno tiene la obligación de implementar políticas publicas y medidas legales para reconocer y abordar la violencia sexual en las instituciones educativas… Esa es una prioridad… O esas manadas de lobos con toga y birrete seguirán saciando su espíritu depredador sobre inocentes y desprotegidas ovejas.