
En la era de la hiperconectividad, muchos piensan que sentirse incómodo sin el teléfono es “normal”. Pero ¿qué pasa cuando esa incomodidad se convierte en pánico, taquicardia, irritabilidad o angustia incontrolable? Esta sensación no es simple molestia: es nomofobia, un trastorno emergente que cada día gana más terreno en la consulta psiquiátrica.
Imagínate saliendo de casa, llegando al trabajo o a una reunión importante… y de repente, te das cuenta de que no tienes tu celular. El corazón se acelera, sudas, sientes una angustia que no puedes explicar. No estás solo. Este fenómeno tiene nombre y está creciendo alarmantemente: la nomofobia (abreviatura de «no-mobile-phone phobia») es el miedo irracional a estar sin el teléfono móvil. Aunque parezca exagerado, esta condición se ha convertido en una forma moderna de ansiedad, potenciada por la hiperconectividad de nuestras rutinas.
Aunque aún no figura como diagnóstico independiente en el DSM-5, cada vez más estudios lo asocian con cuadros de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo y adicción comportamental. La nomofobia está siendo cada vez más reconocida en estudios psiquiátricos como una variante de los trastornos de ansiedad.
Se caracteriza por un conjunto de síntomas que interfieren con el bienestar emocional, la productividad y la salud relacional. Entre sus manifestaciones más comunes se encuentran:
Los síntomas más comunes incluyen:
Un estudio de la Universidad de Granada (2023) demostró que el 74% de los adultos jóvenes experimentan al menos uno de estos síntomas semanalmente.
A nivel neurológico y bioquímico, la nomofobia activa las mismas regiones del cerebro asociadas a las adicciones tradicionales. El circuito dopaminérgico (encargado de la recompensa) se ve alterado: cada notificación refuerza la conducta, liberando dopamina y generando dependencia.
Estudios recientes han demostrado también alteraciones en la amígdala cerebral, encargada de procesar el miedo y la ansiedad, y un aumento del cortisol, la hormona del estrés, al separarse del móvil.
Psicológicamente, este cuadro suele acompañarse de baja autoestima, miedo a la exclusión (FOMO), dependencia emocional y patrones de apego ansioso.

¿Cómo afecta nuestra vida diaria?
¿A quiénes afecta más?
Factores de riesgo:
Actualmente, la consulta con un psiquiatra especializado permite detectar el nivel de afectación, diferenciarlo de otros trastornos y diseñar un plan terapéutico personalizado, que puede incluir: Terapia cognitivo-conductual, Regulación farmacológica cuando se requiere, rehabilitación cognitiva, terapia familiar, Técnicas de higiene digital y mindfulness
En Santo Domingo, contar con un psiquiatra con experiencia en rehabilitación neurocognitiva permite a las familias dominicanas, así como a los turistas que nos visitan, acceder a un tratamiento integral y de vanguardia. Porque la salud mental no es un lujo: es una necesidad.
El primer paso es reconocer el problema sin vergüenza. No se trata de eliminar la tecnología, sino de aprender a convivir con ella de manera saludable.
Estar conectados no siempre significa estar bien. Si tu celular determina tu humor, tu ansiedad o tu capacidad para estar presente, ha llegado el momento de pausar. Buscar ayuda no es debilidad: es salud. La salud mental es para todos. Es lo primero.