En el inicio de 2025 y primera publicación del año, se mantiene la costumbre de reflexionar y mirar más allá de la curva para proyectar objetivos realizables en el nuevo período, para mejorar aspectos personales, familiares, laborales y de ejercicio de ciudadanía activa, ese importante rol político.
La atomización social ha llevado a muchos a pensar en individualidades, a satisfacer solo egos particulares, echando por la borda el compromiso con la comunidad e ignorando los objetivos nacionales que son de carácter macro, están fundamentados en el presupuesto y alineados con el desarrollo sostenible.
A nivel individual debería estarse conscientes de potencialidades propias, identificar y admitir debilidades que puedan ser transformadas en fortalezas, así como las amenazas del entorno y detectar las oportunidades que generen planes estratégicos realizables, medibles y revisables en procesos de cambio continuo.
La afirmación de que las personas solo conocen y exigen sus derechos fundamentales se ha generalizado, en cambio ellas mismas son incoherentes en el cumplimiento de deberes y responsabilidades señaladas en la Constitución, como norma suprema y fuente de las leyes adjetivas y disposiciones inferiores.
El avance de toda sociedad se fundamenta en la educación de la gente, la unidad en sus propósitos, el respeto a las reglas del juego, espíritu de justicia aplicada para dar a cada quien lo que merece, igualdad de oportunidades, no discriminación y respeto a la dignidad humana como piedra angular del Estado.
Ante las nuevas realidades de este tiempo de “modernidad”, vale la pena mirar hacia atrás y abrevar en líderes trascendentes en la política, como el estadounidense John F. Kennedy, a quien se le atribuye la expresión de “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino que puedes hacer tú, por tu país”.
