Abu Mohammed al Golani, el líder miliciano cuya sorprendente insurgencia derrocó al presidente de Siria, Bashar Assad, ha pasado años trabajando para remodelar su imagen pública, renunciando a sus antiguos lazos con Al Qaeda y presentándose como un campeón del pluralismo y la tolerancia. En los últimos días, la insurgencia incluso abandonó su nombre de guerra y comenzó a referirse a él por su nombre real, Ahmad al-Sharaa.
El alcance de esa transformación de extremista yihadista a constructor de un estado potencial se ve ahora a prueba.
Los insurgentes controlan la capital, Damasco, Assad ha huido y se esconde, y por primera vez después de 50 años de mano de hierro de su familia, no está claro cómo se gobernará Siria.
Los lazos de Al Golani con Al Qaeda se remontan a 2003, cuando se unió a extremistas que combatían a las tropas estadounidenses en Irak. El miliciano sirio fue detenido por el ejército de Estados Unidos pero permaneció en Irak. Durante ese tiempo, Al Qaeda usurpó grupos afines y formó el Estado Islámico de Irak, liderado por Abu Bakr al Baghdadi.
Aunque en años recientes ha intentado presentar una imagen más moderada hacia el mundo, Estados Unidos continúa ofreciendo una recompensa de US$10 millones por su captura.
«Esta es una victoria de todos los sirios», declaró Al Jawlani durante el discurso que pronunció en la tarde del domingo en la emblemática mezquita de los Omeyas de Damasco.
TS impone la ley islámica en las áreas que controla, pero lo hace de una manera sustancialmente menos estricta que otros grupos yihadistas.
Públicamente se relaciona con cristianos y otros no musulmanes. Los grupos yihadistas lo han criticado por considerarlo demasiado moderado.
No obstante, organizaciones de derechos humanos han acusado a HTS de reprimir las protestas públicas y de abusos contra los derechos humanos. Al Jawlani ha negado estas acusaciones.
Al Jawlani expresó a PBS en 2021 que no seguía la estrategia de al Qaeda de una yihad global. Declaró que su meta principal era el derrocamiento del presidente Al Assad, y que EE.UU. y Occidente compartían su objetivo.
«Esta región no representa una amenaza de seguridad para Europa y Estados Unidos», afirmó. «Esta región no es un escenario para la ejecución de una yihad extranjera».