Carlos Manuel Estrella
El caos vehicular es dolor de cabeza para quienes usan las vías públicas en los dos territorios principales del país, el denominado Gran Santo Domingo (GSD) y la muy creciente ciudad de Santiago que, en consecuencia, debe ser tomada en cuenta en los planes, acciones y ensayos para enfrentar el problema.
Al iniciarse el gobierno del presidente Luis Abinader se anunció como solución de largo alcance e infraestructura el Sistema Integrado de Transporte (SIT) con las particularidades en Santiago de cuatro componentes: un teleférico, con primera etapa en operación; un monorriel, en ejecución; un corredor de autobuses, iniciado hace poco; y se proyectan bicicletas, para el casco urbano.
Esas cuatro patas del SIT deberán funcionar simultáneamente para medir su impacto real, y habrá que esperar hasta 2027, están enfocadas en transporte, y no se ataca desde ahora el grave asunto del tránsito en casi todo Santiago.
La organización y regulación del tránsito y transporte urbano es una atribución originaria del gobierno local y es el ayuntamiento el ente responsable de decisiones y acciones que, en el caso de Santiago, desbordan su capacidad económica y justifican la inversión de la administración central, que no es todo.
Para evitar llegar a la gravísima realidad vial del GSD, en Santiago hay que comenzar lo más pronto posible a ensanchar avenidas principales, construir pasos a desniveles y elevados, edificios de parqueos con financiamiento público o privado, parquímetros, y redefinir rutas urbanas, paradas y terminales.
La realidad del tránsito y transporte en Santiago está harto diagnosticada, no responde a la dinámica económica y acelerado crecimiento urbano día a día, por lo tanto, es urgente “aplatanar” ensayos estrenados en el GSD, fiscalizar mejor el respeto a la ley y aplicar cambios puntuales que disminuyan el caos vial.