18 Abril 2024

Un compromiso de demócratas sinceros

Teleuniverso

Por: Ramón Antonio Veras.

 

I.- Una enfermedad en el cuerpo humano, y otra en el organismo social

 

1.- Una vez el organismo de los seres humanos está afectado de una lesión, manda signos de quebrantos, lo mismo que el cuerpo social enseña sus enfermedades por medio de crisis que se manifiestan de diferentes formas.

 

2.- Ante la alteración de la salud de la persona física, se hace necesaria la presencia del médico, y frente a la dolencia del ordenamiento económico, se requiere la intervención de luchadores sociales.

 

3.- Los hechos dañosos hablan del desmejoramiento de un medio social, a la vez que manda el mensaje de la necesidad de que se tomen las medidas para restituir la salud, aplicando los medicamentos indispensables para la sanación.

 

II.- El modelo económico dominicano enfermo, necesita como sanadores a los luchadores sociales

 

4.- El ambiente dominicano hace notar que está convaleciente, muy enfermo, que urge que lo que se va a hacer se ejecute rápidamente, ahora, porque su tratamiento es impostergable.

 

5.- El modelo económico predominante hoy en el país, genera notorias enfermedades, por lo que se impone eliminarlo, porque resulta perjudicial para la mayoría de la población dominicana.

 

6.- Un quebranto crónico social salta a la vista cuando, por ejemplo, tres seres humanos son eliminados físicamente, mediante torturas en cuarteles policiales y, de igual manera, la moral deteriorada de la sociedad se comprueba con el caso de un profesor que abusa sexualmente de 11 alumnas menores de edad, una colega suya y la que hace la función de conserje de la escuela.

 

7.- Históricamente, los que han controlado el Estado, no lo han abandonado voluntariamente en ningún tiempo ni ocasión, como tampoco por cansancio, por falta de apetito, aburrimiento o generosidad. La única forma de sacar del poder a los grupitos que de él se han adueñado, ha sido mediante la disputa, querellándose, defendiendo con obstinación el derecho del pueblo a disfrutar de la administración estatal.

 

8.- En cualquier lugar del planeta tierra, lo ideal sería que los que siendo una minoría de la sociedad y gozan del poder político y social, lo entreguen de manera graciosa, pero semejante situación nunca ha ocurrido, ni ocurrirá.

 

9.- Por injusto y degradado que sea un sistema, no va a dejar de funcionar, a no ser que contra su permanencia accionen sus contrarios.

 

10.- En nuestro país, aunque el orden social actual se evidencia incapaz de solucionar los problemas que afectan a la mayoría del pueblo dominicano, el mismo se prolongará demasiado, a no ser que para que deje de persistir intervengan los luchadores sociales.

 

III.- Ahora recordando a Roger Garaudy

 

11.- Al observar la difícil situación que desde hace tiempo arrastran las masas populares del país, por la agudización del estado de pobreza, y comprobar la actitud contemplativa de sectores democráticos, llegó a mi memoria lo siguiente:

 

12.- En los primeros meses del año 1962, el doctor Roger Garaudy, desde Francia, hizo una visita a Cuba, y dictó una conferencia, en el curso de la cual abordó el tema relacionado con la necesidad de la intervención de los seres humanos en los procesos de cambios sociales.

 

13.- El doctor Garaudy, comenzó diciendo: “Durante el período de tránsito del régimen esclavista al feudal, al finalizar la antigüedad, como no existía una clase social capaz de tomar en sus manos estas transformaciones revolucionarias, hubo, en efecto, un largo período de putrefacción. La necesidad histórica se afirmó, pero a través de una serie de catástrofes”.

 

14.- Y siguió exponiendo Garaudy: “Si nosotros fuésemos incapaces o cobardes, es decir, si no cumpliésemos nuestra tarea de militantes, la serie de catástrofes que surgen de las propias contradicciones del capitalismo podrían durar mucho tiempo”.

 

15.- Es posible plantear que los males sociales que lesionan a la infinidad de los pobres de aquí, no será para siempre, pero razonar así conduce a hacer eternizar las calamidades.

 

16.- Nada justifica quedarse tranquilo, como si nada ocurre alrededor, mientras el pueblo dominicano pasa por lo peor. Debemos pensar que contra lo injusto hay que luchar sin descanso, porque lo que hemos hecho, no es nada en relación con lo que nos queda por hacer.

 

Ideas finales

 

17.- El régimen social actual de la República Dominicana, no tiene garantía de vida, a pesar de la buena voluntad del presidente Luis Abinader; no lo salva la sensibilidad y prédica bondadosa del papa Francisco; no tiene redención por las plegarias del obispo Francisco Osoria; ni que resucite Fidel Castro, con su sabiduría política. A este moribundo orden económico solo le queda un camino, el que seguro lo llevará a su destino: el zafacón de la historia.

 

18.- Por muy dañino que resulte ser un modelo económico, su desaparición no le llega, a no ser que de una manera decisiva actúen las fuerzas políticas y sociales con condiciones y decididas a asumir la responsabilidad de crear un nuevo ordenamiento social de progreso.

 

19.- La forma como está organizada la sociedad dominicana, constituye una traba para que la mayoría de las dominicanas y los dominicanos, tengan a su alcance los medios de subsistencia indispensables para una vida digna.

 

20.- Nuestro país, no tiene hoy la posibilidad de desarrollo social, porque las masas populares están marginadas e impedidas de lograr su avance material y espiritual, e integrarse a los cambios que resultan del adelanto cultural, científico y tecnológico.

 

21.- El mantenimiento del actual modo de vida, convierte a la mayoría de la población dominicana, en una masa de gente pobre, porque carece de lo más mínimo para vivir. La falta de amparo caracteriza a cada uno de nuestros connacionales.

 

22.- Aquí, las mujeres y los hombres con vocación democrática, políticamente, tienen una opción: bregar firmemente en el orden político y social, o mantenerse a la espera de que el sistema social imperante desaparezca, cuando así lo decidan sus beneficiarios, algo que nunca ocurrirá.

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