Por: Ramón Antonio Veras.
1.- El ser humano en cada ocasión debe actuar consciente de que de sus acciones pueden derivarse consecuencias no esperadas y de las cuales está llamado a responder o soportar.
2.- Durante el régimen de los doce años del doctor Joaquín Balaguer, hacerme cargo de la defensa de perseguidos y presos políticos, motivó contra mí, persecución, cárcel y hasta una golpiza que me dejó moribundo por casi veinte días, permaneciendo entre la morgue de un hospital y el internamiento en una clínica.
3.- Tomar la decisión de involucrarme como abogado, enfrentando expedientes preparados por el Servicio Secreto de la Policía Nacional, para justificar prisiones arbitrarias, sabía que ponía en juego mi seguridad personal y de la familia.
4.- Nadie me obligó a ponerme la toga y el birrete para estar en los tribunales penales asistiendo a víctimas de la represión policial existente en el país en todo el curso del período desde 1966 a 1978. Accioné impulsado por el convencimiento que tengo de lo que es el compromiso social, fruto de mis convicciones democráticas.
5.- Asumir responsabilidades no debe tener como respuesta: «por meterse en camisa de once varas»; «por ocuparse de las cosas de otro, sin ser llamado»; «entrometerse en vida ajena”, “por estar jodiendo la pista le pasan las vainas».
6.- Aquel que voluntariamente, sin procurar nada material, decide jugársela por una causa justa, no merece la burla que ofende, ni el calificativo de entrometido. Solamente es merecedor de apoyo y ánimo para que se mantenga sin cambio de opinión y actitud.
7.- Lo anterior lo he escrito para acreditar la postura asumida por Julian Assange, y la derivación por quitarle el velo que cubrían los crímenes ejecutados por fuerza militares de Estados Unidos en Afganistán e Irak.
8.- Los hechos abominables denunciados por Assange, estaban ahí. Él podía guardar silencio o denunciarlos. Callarlos, no le traería ninguna consecuencia; seguía su vida normal. Pero decidió denunciarlos para que fueran del conocimiento público, vistos y sabidos por todo el mundo.
9.- Ahí está el producto, la trascendencia de lo que hizo Julian Assange, denunciando lo que otro había hecho mal y mantenía oculto. Su posición responsable ha tenido para él graves resultados.
10.- Las ramificaciones de las denuncias de Julian Assange, por órgano de WikiLeaks, han sido de trastorno para su vida, implicaciones que han ido desde acusaciones de abusos sexuales, asilamiento, prisión, procesos judiciales, imputaciones de espionaje y otros cargos penales.
11.- Estados Unidos ha hecho de la persona de Julian Assange una especie de mingo, “que en el billar es la bola de color marfil que impulsada por la punta del taco choca a las demás”, o sea golpeando a Julián Assange, de carambola se busca atemorizar a los demás periodistas de investigación.
12.- Andando de un sitio a otro, de escondites particulares a embajadas, de cárceles a tribunales, la presión norteamericana ha hecho de Julian Assange, una pelota de pimpón, de las que se utilizan en el tenis de mesa. De periodista, ha pasado a ser el ejemplo del duro trajinar.
13.- El de Assange, es el típico caso de la decisión de elegir y sus resultados, los cuales siempre serán valorados por el fin perseguido, para lo que el ente social accionó, la meta útil que se propuso y logró.
14.- La consecuencia, el alcance de las denuncias de Assange, hay que verlo en el provecho humanista obtenido al sensibilizar a millones de personas que desconocían de las atrocidades cometidas por miembros del ejército estadounidense en Afganistán e Irak.
15.- La cuestión, el hecho es que ahora, luego de Julian Assange hacer una labor de sana información, se ha convertido en un hombre que sufre daños físicos y morales, y como víctima, al ser perseguido, merece el concurso, la ayuda, la solidaridad de quienes por convicción se oponen a las injusticias.
16.- No debemos olvidar partir de la base de que Julian Assange, no cometió los hechos que denunció. Los crímenes estaban ahí, a la espera de ser tapados por sus autores, y la humanidad se quedara en babia, en las nubes, en el limbo.
Santiago de los Caballeros,
11 de marzo de 2024.