Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Una vez el planeta tierra se enfrió lo suficiente para ser habitado, el ser humano lo ocupó y mediante el trabajo se elevó sobre el reino animal. En lo adelante han ido sucediéndose diferentes regímenes económicos, ninguno de los cuales ha aportado más que el capitalismo.
2.- Desde los conocimientos más rudimentarios, hasta los más adelantados, pasando por el desarrollo manual de los artesanos, la formación económico-social que vino a suceder al feudalismo, el capitalismo, nos trajo la cibernética, basada en razonamientos y el pensamiento comprensivo ajustado a la razón.
3.- Pero resulta que ese sistema social, el capitalismo, que tantos beneficios ha dado a la especie humana, al llegar a su etapa más superior de desarrollo, y convertirse en imperialismo, ahora es signo de algo que causa daños irreparables.
4.- Ese ordenamiento económico social capitalista, que en su momento representó el florecimiento, en la actualidad, luego de tanto acumular riqueza fruto de su lar nativo y el saqueo, de manera odiosa despoja de recursos naturales, y devora a los humanos causándoles la ruina, a la vez que lleva al mundo a la decadencia.
5.- Esa es la penosa realidad. El capitalismo, que predicó avance, felicidad y armonía, en el siglo XXI es retroceso, tristeza y discordia. Además, su clase social, la burguesía, que hizo de intérprete ante el mundo del nuevo amanecer, de revolucionaria ha pasado a ser rancia y parasitaria, negadora de lo que es el porvenir lleno de éxitos y esplendor.
6.- El naciente capitalismo, que prometió a la humanidad mantenerla liberada y sin opresión, extraña a lo que fuera autoridad tiránica, hoy, ya decaído y casi hundido, se comporta brutal, inhumano e imponiendo la barbería.
7.- El sistema capitalista, que en su época de esplendor consideró dignos de alabanzas a los luchadores revolucionarios, a los que se oponían al absolutismo, al presente, ya hecho imperialismo, les estigmatiza.
8.- Quién lo diría, que el capitalismo, que lanzó maldiciones adversando a los señores feudales, y fustigando a sus despóticas instituciones, vendría ahora a ser un sistema de horca y cuchillo, que hace a mujeres y hombres simples piltrafas, desechos sociales.
9.- El capitalismo, antes de hacerse añejo, logró infundir inspiración, entusiasmar a mujeres y hombres que mediante la poesía manifestaron emociones estéticas y afectivas, señalando dulzura y hermosa afabilidad.
10.- ¡Caramba! El capitalismo, que exageradamente gustó, digno de sublimar, ahora es una afrenta para la humanidad, hasta el punto de que decide incordiar a quien honra la verdad.
11.- El capitalismo, al volverse imperio como consecuencia de la gran acumulación de riqueza material y espiritual, se cree amo del mundo y así actúa, como si fuera dueño de voluntades.
12.- Ejercer mando y control por su poder económico, militar y tecnológico, lleva al imperio, como una gran águila, a dar zarpazos a países débiles y pequeños.
13.- La prepotencia del capitalismo altamente desarrollado, que ha llegado hasta donde ya no da para más, en estado de agonía y desmoronamiento, en el crepúsculo de su fatídica existencia, se maneja con la creencia de tener dominio absoluto basado en abusos y haciendo alarde de los mismos.
14.- Ese sistema social que hizo su debut prometiendo cosas hermosas y muy humanistas, que eran legítimos deseos de libertad, igualdad y fraternidad, ahora, porque Julián Assange ejerció la libertad diciendo la verdad, lo mantiene encerrado.
15.- Aquel flamante capitalismo, ya siendo imperio, y como consecuencia de sus contradicciones internas indisolubles, es conculcador; maquina fríamente quebrantando derechos y libertades; pisotea independencia y soberanía, y pone a luchadores democráticos, progresistas y civilistas, en calabozos, en mazmorras tipo medioevo.
16.- Ese ser humano que es Julián Assange, le ha correspondido enseñarle al mundo lo que es el sistema social que lo ha privado de libertad, el predominante en un país que ha tenido y tiene en su seno a personas sensibles como Mark Twain, Edgar Allan Poe, Martin Luther King y Noam Chomsky.
Santiago de los Caballeros,
24 de marzo de 2024.